El objetivo final de cualquier persona que participa en una prueba deportiva, suele ser alcanzar la victoria. Evidentemente, esto no es precisamente seguir los designios de la famosa frase dicha por Pierre de Coubertin hace ya muchos años: lo importante no es ganar, sino participar.
La manera en como asumimos la derrota, da muestras de nuestro sentir y muestra el valor, en cierto modo, al esfuerzo que hemos realizado, pero también, determina la capacidad que tenemos para volver a competir.
Achacar solo a valores externos el perder un encuentro, cuando tú no has sido capaz de alzarte con el triunfo es muy fácil. Puedes estar de acuerdo o no con las decisiones de aquel o aquellos que están para impartir justicia, puedes demostrar tu enfado ante él o ellos de muy diversas maneras, pero creemos que eso debe hacerse de manera educada. Lo que no es de recibo, es que quien tenga que pagar las consecuencias de esa ¿impotencia?, tenga que ser el mobiliario de las instalaciones en las que (en principio), has estado para competir deportivamente.
Viene todo esto al caso, por lo sucedido al final de uno de los partidos disputados esta tarde en el polideportivo de Villaviciosa. Algunos, (no todos) de los jugadores de uno de los conjuntos que participaron, "pagó" con los enseres de las instalaciones su enfado por la derrota.
Saber perder, con nobleza, puede ayudarnos a fortalecernos mentalmente y así, tolerar de mejor manera la hipotética frustración por la derrota. Puedes sentirte triste, decepcionado por el esfuerzo realizado y el pago recibido por el mismo, pero entendemos que lo que no se pueden permitir son las reacciones desproporcionadas.
La honestidad, puede hacernos salir vencedores aún en la derrota.
Desi M. B.
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