Corría el año 1987 cuando tuve la fortuna de conocer a una
persona que desde el mismo momento, sentí que tenía algo especial.
Posteriormente con el paso de los años, coincidimos trabajando para la misma
empresa y en sus tiempos de descanso, mantuvimos muchas conversaciones de toda índole,
las cuales me reafirmaron en ese primer pensamiento al respecto de quien tenía
frente a mí. Me estoy refiriendo a Benjamín Prida Cuesta, tristemente fallecido
a primera hora de la mañana, tras años de lucha ante la maldita enfermedad que
acabó con su vida.
Benjamín, no era solo el alcalde de Cabranes, era mucho más
que eso, era el amigo fiel que siempre encontrabas a tu lado cuando lo
necesitabas, era aquel que no miraba las "siglas" del vecino de turno
que le visitaba para intentar solucionar algún problema, era aquel que te daba
todo lo que podía si con ello lograba ayudarte. Todo eso y muchísimo más era
Benjamín, Benjamín "el mecánico de la Nestlé" tal y como yo le
conocí.
A lo largo de nuestras vidas, muchas personas circulan como
elefantes paseando por playas húmedas, dejan su enorme huella junto a las de
otras que bien parecen de hormigas muertas de hambre. Desde su "posición",
Benjamín, tuvo la oportunidad de ser uno de los primeros, y lo logró, pero de
una manera totalmente opuesta a la de los "enormes mamíferos", desde
el silencio, desde esa segunda fila que te otorga con tus palabras, la gratificante sensación de ser querido por
aquellos que te escuchan sin la necesidad de haber levantado la voz o el ordeno
y mando.
Mi último encuentro con él, fue durante la entrega de trofeos del III Memorial Pablo Cortina-José Huerta en la Plaza del Mercado de Abastos de Villaviciosa, allí sin saberlo, me estaba despidiendo definitivamente de un amigo.
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